"Si te casas conmigo, podrás ir a donde quieras. Cruzar el mar, volar por el cielo, a cualquier lugar que desees." "Porque soy un hombre que puede hacerlo posible." Para Catherine, una princesa sin importancia, que había vivido 25 años encerrada en un castillo, esa propuesta le sonó irresistiblemente tentadora. Su prometido era el archiduque Deimos Pendragon, hermano del emperador. Después de susurrarle esas dulces palabras, deslizó algo en su dedo: un anillo de diamantes que brillaba deslumbrante en su mano izquierda. "¿No vas a matarme?" "Estoy enamorado de ti desde hace mucho tiempo." Con una mirada de depredador que mostraba que finalmente había atrapado a su presa, ella supo que esto no era una propuesta. Era una orden unilateral para convertirla en su esposa. "Te haré sentir más amada que cualquier otra mujer bajo este cielo. Catherine Caliburn." Con su sonrisa encantadora, Catherine lo entendió. Su plan para romper el compromiso había fracasado por completo. "Así que ni pienses en huir de mí." Porque debes morir en mis manos.